miércoles, 2 de abril de 2008

La máquina que almacena los recuerdos

Tal vez mi cabeza, tan solo sea un trozo de cristal, ideas confusas, difusas, transparentes entremezclándose con sus vítreas paredes, y ahí, en lo más profundo, enjaulados los pensamientos.
Recuerdos sin forma ni color, limpios como la lejía o el aguarrás, estancados a la espera de que alguien venga a buscarlos, los encuentre, y los deje correr.
Una máquina oxidada por el tiempo, un extractor de petroleo hecho de cobre enlazado a mi fantasmagórico estanque. Succiona como un mosquito que busca vida en la sangre, y se alimenta de las ideas, las refina, las censura, y las saca en producción en barriles de combustible volátil.
Y al final, volátil, al contacto con el aire, se nombran, arden fugazmente, y desaparecen en el olvido.

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